sábado, 10 de enero de 2015

Helen Vettor: Juzgar vs. coherencia = ecuanimidad.

Helen Vettor: Juzgar vs. coherencia = ecuanimidad.: QUE ES LA ECUANIMIDAD!? La ecuanimidad es una poderosa energía de precisión, cordura, armonía y equilibrio. Es imparcialidad, res...

viernes, 26 de junio de 2009

EL OLVIDO - Idea Vilariño




Cuando una boca suave boca dormida besa

como muriendo entonces,a veces,

cuando llega más allá de los labios

y los párpados caen colmados de deseo

tan silenciosamente como consiente el aire,

la piel con su sedosa tibieza pide noches

y la boca besadaen su inefable goce pide noches,

también.

Noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,

noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,

en un aire hecho manos, amor, ternura dada,

noches como navíos...

Es entonces, en la alta pasión,

cuando el que besa sabe ah, demasiado, sin tregua,

y ve que ahora el mundo le deviene un milagro lejano,

que le abren los labios aún hondos estíos,

que su conciencia abdica,

que está por fin él mismo olvidado en el beso

y un viento apasionado le desnuda las sienes,

es entonces, al beso, que descienden los párpados,

y se estremece el aire con un dejo de vida,

y se estremece aúnlo que no es aire, el haz ardiente del cabello,

el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,

la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.

jueves, 28 de mayo de 2009

Me encanta Dios Jaime Sabines


Me encanta Dios. Es un viejo magnifico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega. Y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna y nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos. Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero eso a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida sea para siempre. Ahora los científicos salen con su teoría del Bing Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. A mi me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los anbióticos- ¡bacterias mutantes! Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. Mueve una mano y hace el mar, mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja. Dios siempre esta de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. A mi me gusta, a mi me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

martes, 26 de mayo de 2009

Si yo no fuera yo - Morgana de Palacios



Si yo no me enfrentara a la rutina

desenvainando sueños nocturnales

y celebrando oscuros esponsales

no fuera del absurdo concubina.


Si yo no me subiera a la colina

para abrazar auroras boreales

y prendiera velitas con rituales

que hacen la noche clara y andarina.

Si yo no despreciara condiciones

y no me repugnaran las razones

que das para vivir, siempre tranquilo.

Sería una mujer de eterna fiesta,

dulce, tierna, gentil y bien dispuesta,

¡Qué ganas de llorar, cuando me alquilo!


Morgana de Palacios
Fotografía: Arlette Montilla

Fata Morgana - María Negroni





Venecia completamente hundida. Sólo se ven los duomos, estatuas sobrelos duomos, el cobre de algún campanil.

En la tarde, el agua tiene elcolor de los espejos falsos.

Melancolía en gris, duelo a la deriva. Pasa un zapato de charol negro, enorme, de taco altísimo. Féretros envueltos en terciopelo rojo se mecen en el agua, como góndolas.

Pienso; Estoy a salvo. El cementerio es esta isla amurallada.

No hay nadie más que yo, e hileras de camisas con corbata (siempre en tono gris), manos que salen de la tierra, si uno levanta una de esas manos, aparece una mujer en vestido de otra época, al instante se desvanece, su expresión no es infeliz..

(Siguen los ataúdes, siguen los espejos bajo la tarde en vilo.)

Una bufanda azul se agita sobre una cruz, una fecha improbable sobre un muro. Entonces aparece el ángel con una pluma en la mano y dice:

Ahora, cierra los ojos y vuelve a perder el sitio de tu extravío.

jueves, 21 de mayo de 2009

La paciencia - de mi amiga Lin


Hojas del árbol donde está amarrada la paciencia. Dice la leyenda que de ellas se alimento Job... pero de eso, saben mucho más los guerreros que la han atado.
Lin.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Los colores de mi hijo * Indira Páez (Venezuela) *





Yo nací en una casa de lo más multicolor. Y no, no me refiero a las paredes. Esas eran blancas, como las de cualquier casa de Puerto Cabello en los setenta. Mi casa era multicolor por dentro. Y es que mi mamá es de piel tan clara, que sus hermanos la bautizaron "rana platanera". Y mi papá era de un trigueño agresivo, con bigote de charro, sonrisa de Gardel y cabello ensortijado, estirado a juro con brillantina. La vejez lo ha desteñido, a mi papá. Como si la melanina se acabara con el tiempo. Como si los años fueran de lejía. De esa mezcla emulsionada salimos nosotros, cinco hermanos de lo más variopintos. Mi hermano mayor, vaya usted a saber por qué, parece árabe. Ojos penetrantes, nariz aguileña, frente amplia y cabello rizado (cuando existía, pues ahora ostenta una calvicie de lo más atractiva). Le sigue una hermana preciosa, nariz perfilada, pecas, ojos inmensos, sonrisa como mandada a hacer. Castaña clara y de cabello cenizo. Se ayuda con Kolestone, vamos a estar claros. Pero le queda de un bien que parece que hubiera nacido así. Al tercero, extrañamente, le decían "el catire". Nunca entendí por qué, con ese cabello de pinchos rebeldes que crece hacia arriba. Eso sí, tan rana platanera como la madre. Yo soy trigueña como mi padre, y mi nariz delata algún ancestro africano por ahí. Y mi hermana menor es pecosa y achinada, como si en algún momento los genes se hubieran vuelto locos y por generación espontánea hubieran creado una sucursal asiática en la casa. Así, los almuerzos en mi casa parecían más una convención de las naciones unidas que otra cosa.. Claro que yo jamás me di cuenta de eso. Para mí eran almuerzos, punto.. Con el olor inenarrable de las caraotas negras de mi mamá y las tajadas de plátano frito que se hacían por kilos. De chiquita nunca entendí por qué en el colegio de monjas un día una niñita me preguntó si mi papá era el chofer. Tampoco supe por qué no lo habían dejado entrar a cierto local nocturno muy de moda en los ochenta. Yo jamás me fijé en los colores de mi familia. Mi papá, mi mamá y mis hermanos, siempre fueron exactamente eso: mi papá, mi mamá y mis hermanos. Cuando yo era chiquita pensaba que los colores los tenían las cosas, no la gente. No entendía por qué a algunos les decían negros si yo los veía marrones, y a otros les decían blancos si yo los veía como anaranjado claro tirando a rosa pálido. Y menos aún entendía por qué aparentemente y para muchos adultos, era mejor ser "blanco" que "negro". Una vez mi papá se comió un semáforo y alguien le gritó: "¡negro tenías que ser!". Yo me quedé estupefacta al descubrir que los "blancos" jamás se comían los semáforos. Así las cosas, comenzó en mi adolescencia una suerte de fascinación por aquello de los colores de la gente, las etnias, las razas y esos asuntos que parecían importar tanto a la humanidad. Tanto, que hasta guerras entre países generaba. Tanto, que se mataba la gente por asuntos de piel. De genes. De células. De melanina.
Yo buscando vivencias reales, y con lo enamorada que soy, tuve novios marrones, rosados, amarillos y uno hasta medio verdoso. Me casé con un italiano y tuve una hija que parece una actriz de Zefirelli. Y finalmente me enamoré hasta los huesos y me casé otra vez. Con un marrón. Un marrón de esos que la gente llama "negro".